La Historia de Mateos comenzó a principios del siglo XX con una pequeña fábrica de jabón en la forma más rudimentaria, hasta la actual empresa con tecnología de última generación para tratamiento de grasas y aceites naturales en la que se mantiene como empresa plenamente familiar tanto en la composición del capital como en lo referente a la gestión del negocio.
PRIMERA GENERACIÓN (1913-1952)
Juan Mateos Gil nació en 1885 en un pequeño pueblo de la montaña de Ávila sin grandes perspectivas de trabajo, por lo que emigró a Valladolid. Allí empezó a trabajar de tendero y en 1913 se vio con la oportunidad de abrir su propio negocio mediante la toma en traspaso de una fábrica de jabón de la calle Puente Colgante.
Se trataba de una fábrica muy básica de jabón común utilizado entonces, antes de la existencia de las lavadoras, como único método de lavado. Cuatro o cinco empleados realizaban el proceso necesario para la obtención del jabón, mediante el método de la saponificación (el aceite o la grasa se mezclaba con sosa y se calentaba en una caldera; posteriormente se secaba y se cortaba con un alambre).
Los clientes eran tenderos no sólo de Valladolid, sino que se suministraba a empresas como Renfe y la Marina. La comercialización de estos productos fuera de la provincia era variada; el propio Juan Mateos realizaba viajes en tren con muestrarios por todo el país (en uno de estos viajes con destino a Galicia conoció a la que sería su esposa Leonor Ruiz).
Resultaba interesante el aprovechamiento total de los productos de partida, ya que, como subproducto, se obtenía materia prima para la fabricación de jabón; eran años de escasez de materia prima, sobre todo de la carne de donde se obtenía el hueso.
SEGUNDA GENERACIÓN (1952-1993)
Esta sociedad se hace propietaria de la mitad del terreno de Vallisoletana de Colas en Cabezón de Pisuerga, donde se construye una fábrica de jabón nueva más grande y moderna. Las instalaciones son ya más complejas: desdobladora para la mejora de la calidad de la grasa (convirtiéndola en ácido graso), máquina de jabón, máquina de cortar, troqueles para poner la marca y túnel de secado. El traslado a la nueva fábrica se lleva a cabo en 1954. La fábrica cuenta con apartadero de tren que permite cargar los vagones directamente, además de este transporte por ferrocarril también se utiliza el camión.
El producto se comercializa con marcas propias: MATESA y RULA, y los clientes siguen siendo tenderos y almacenistas de toda España.
En los años 60, la aparición de las lavadoras automáticas, que aquí se generalizan a principios de los años 70, significó la desaparición casi total del jabón común, que se convierte en un producto obsoleto en el mundo desarrollado.
En ese momento, se hizo un esfuerzo inversor para mejorar la calidad de los productos y lanzarse a la búsqueda del mercado del jabón de tocador. Para ello se construyó una planta de destilación de ácidos grasos que permitió la salida como materia prima intermedia para distintas aplicaciones, la primera de ellas para el jabón de lavadora.
El cambio se realiza de forma gradual pero rápida; va disminuyendo progresivamente la fabricación de jabón hasta convertirse en casi residual.
La fabricación del jabón como tal disminuye mucho, pero sigue produciéndose de forma residual en dos caminos diferentes; se consigue producir un jabón de tocador (HENAR, JARA Y COMODÍN).
El otro camino, es la venta de la base del jabón de tocador en viruta antes de añadir la esencia, el color, la forma, y la marca a las multinacionales, cuya deslocalización, a mediados de los 80, determina el final de Mateos S.L. como fabricantes de jabón.
Esta evolución abre posibilidades; por un lado, el acceso a nuevos sectores dentro de los ácidos grasos, como por ejemplo el sector de neumáticos y caucho, así como la detergencia. Además permite abrir otra línea de grasas hidrogenadas para alimentación humana.